18/3/18

Apaga el show: No te tomes esa selfi.



Por: Oswaldo Bernal

Para todos mis amigos y amigas, con el firme propósito de que la vida no se nos vaya mientras hacemos otros planes



Te levantas. Abres la ventana, la del navegador o la del apartamento, en las dos es posible ver lo mismo: Una exhibición “vulgar”- si se me permite la expresión- de ensimismados.

Traduzcamos esto: Hoy la gente lee (ve) más fotos, que páginas de libros. La primera es fácil, rápida, no exige pensar, no exige nada… la segunda sí exige y mucho; la primera es aparecer, la segunda de comprender. Hoy es más fácil tomar una selfi[1] para mostrar cualquier cosa, en la que – como es obvio- somos el centro: el centro de la tristeza (la que se puede mostrar, estéticamente aceptable), el centro de la alegría, el centro del paisaje, de la belleza, del ejercicio en el gimnasio, el centro del amor de tu dios, el centro tu relación de pareja, del éxito, el centro de… todo.

Pero no podemos, ni debemos mostrar “selfis de lo feo”, nada de “selfis de la pobreza”, nada de “selfis de la enfermedad”, nada de selfis de “aquí limpiando la diarrea de mi hijo”, nada de “selfie de mi dolor y soledad”, nada de “selfis de la depresión” (porque la verdadera depresión te consume y no te da tiempo para superficialidades).

El show del ombligo

Al nacer cortan nuestro cordón umbilical como resultado inevitable de la autonomía biológica de nuestro cuerpo, es la declaración fáctica de nuestra otredad, es el primer hecho de independencia física.  En ese punto, un ser humano iniciaba su vida de cara al mundo, con la mirada puesta en el horizonte caminando hacia adelante, a los lados, pero caminando, yendo….moviéndose del lugar en donde nació, para crecer, cambiar y proyectarse.


Sin embargo, hoy nacemos y en lugar de ir hacia adelante, en lugar de proyectar todas nuestras posibilidades, nos paramos, tomamos nuestras cámaras y quietos ajustamos la mejor pose y… empezamos a mirarnos el ombligo, lo fotografiamos, lo exaltamos, le aplicamos filtros B612 y finalmente, lo publicamos.


Todo, esperando que nuestros “amigos” (de los cuales con muy pocos hemos construido una relación personal a la que se llame amistad); junto con nuestros “contactos” (personas a las que les damos acceso a nuestra intimidad o extimidad, sólo porque nos los topamos en la calle, y junto con el saludo los agregamos a nuestras cuentas); y junto con nuestros “seguidores”, (que son más o menos una especie de fisgones virtuales o voyeristas sin ambición), se conviertan en nuestra audiencia, la audiencia de nuestro “show”, “el show del ombligo”, de nuestra propia vanidad y banalidad, un show que nadie pidió y que en el fondo, nadie quiere ver, por más “me gusta” que consigas… y sin más, nos convertimos como en esos canales que pasábamos rápido con nuestro control remoto en la época de la televisión cuando se le dio el nombre de “canaliar” o “zapping”. Ahora “stalkeamos”, ahora espiamos, ahora hurgamos en las vidas ajenas buscando entretenimiento… nada más, porque parece que "no hay nada más que ver" en los instantes obsesivos que le robamos a la vida para sacar nuestro móvil (celular) y abrir #facebook #instagram #snapchat #twitter #tumbrl y husmear la cobija de imágenes con las que otros cubren su vida. 


Es más fácil elogiar, criticar, felicitar o dar una condolencia a través de un comentario o reducir una opinión a un “me gusta” que mover tus pies, caminar e ir a donde está el “otro” y hablar genuinamente con él, o es más fácil “hablar de comprometerse” que hacer algo real para comprometerte… o es más fácil, poner una carita furiosa que argumentar o expresar verbalmente o de forma escrita la complejidad de los pensamientos; incluso hoy no se quiere pensar, porque eso cuesta, duele, y al final, tal vez te percates de que el pensamiento no tenía sentido y no valía la pena expresarlo.


Levanta tu cabeza y mira a los demás.

Entonces uno se pregunta, yo me pregunto y conmigo muchas personas, sino será posible que dejemos de creer que la vida es el show de “uno mismo”, y empecemos a valorar a los demás no por sus “like” o sus selfis, sino por lo que son, que entendamos que no somos la función de otros, sino que somos en “relación-con-otros”, y que genuina y profundamente, las relaciones que nos construyen son las que ocurren en la vida real, y que las relaciones mediadas, son más o menos una puesta en escena, y en tanto acto representativo, carecen de la complejidad de la vida y convierten  la vida en soliloquios de “tecno-adictos”, adictos a la moda, adictos al cine, adictos a dios, adictos al futbol, adictos a los juegos, adictos a… adictos porque reducidos al mundo - a causa de nuestra comodidad y nuestro miedo- a un aparato que nos muestra sólo lo que queremos ver (mediante “me gusta”), y en los que somos parte del show.

¿Quieres tener amigos de verdad? Ve, muévete, levántate de la cama y socializa: habla, saluda, piensa, escucha, interésate, aprende, decepciónate, y vuelve a intentarlo. Pero sobre todo deja de creer que los demás son tu público, porque pronto te darás cuenta que nadie está mirando tu show, y que no tienes buen “rating”, porque te miran porque estás ahí, mostrando, no porque a alguien le intereses genuinamente. 

Lo mejor de la vida, nunca aparece en las redes sociales, y las experiencias maravillosas, no lo son por los espectadores que tiene, sino por quienes las viven.

Deja de tomarle fotos a tu escritorio

Tu trabajo, no es una escena de la novela o tv novela de tu existencia. Si logras entender esto, entonces, ¡detente ya! basta de forjar metarelatos económicos a lo Kiyosaki (pensamiento positivo de autoesclavitud económica), deja de “atraer” a los átomos y al vacío que conforman al universo, con la falacia de la "ley de la atracción". Ve y busca un trabajo que te haga feliz, no te acostumbres a los dolores de cabeza, de espalda, de manos… de vida. No te sigas tragando el “cuentazo” de que la tolerancia al estrés hace parte del trabajo. 


Busca, lucha y consigue un trabajo digno y que te haga feliz. Sí, feliz y no permitas que tu vida sea solo trabajo porque el trabajo no lo vale, ningún trabajo vale una vida.  No olvides que las personas vivimos, y trabajar es una pequeña parte de la vida, ni es cierto que “vivimos para trabajar, ni que trabajamos para vivir” porque la vida nunca fue el trabajo. 

El trabajo es solo una expresión de nuestras habilidades, que por cierto son muchas y su desarrollo nos hará más felices que cheques abultados que al final no podrás disfrutar porque el estrés, los proyectos o la enfermedad causada por tu trabajo no te dejan tiempo para conocerte, ni conocer personas, amarlas (o amarte), comprometerte con ellas, ni disfrutar de los hermosos lugares en los que estás (trabajando) y no estás (disfrutando), porque o trabajas o disfrutas, pero no te mientas, no finjas más en este  show en el que dedicas 20 horas a tu trabajo, en el que trabajas mientras cenas, mientras caminas, mientras descansas y al final del día... vas solo con tus obligaciones colgando de tus pies, arrastrándose contigo mientras llegas a publicar en tus redes sociales algo como: "Aquí (foto del lugar), felíz trabajando en... (cualquier lugar del mundo)". 

Recuerda que trabajar en el sofá, o trabajar en la playa sólo es bello en las películas. ¡No te tragues el cuentazo! y deja de exaltarlo en tu show, porque las horas de vida desperdiciadas frente a una pantalla, trabajando de noche a noche es una enfermedad patética cuya cura es el carácter de decir “basta”. Detente ya, no justifiques ni beses más tus cadenas.

¿Y el resto de tu vida?

Disfruta de los secretos, deja muchas cosas sin contar, deja algo para hablar con tus amigos, sal por un café y no le digas a nadie, no le tomes fotografías a tus almuerzos ni a tus “lunch”, deja de mostrar el gimnasio, que a nadie le importa si subes o bajas… (en serio, a nadie le importa) porque cada cual está pendiente de la pelusa que tiene en el ombligo.

No dejes que la vida de verdad se te escape, no te pierdas en ti mismo porque nuestra existencia adquiere un verdadero sentido cuando descubrimos que somos en relación con otros, y que mirarnos el ombligo nos deja solos de la peor forma posible, solos creyendo que estamos con otros… mientras otros VIVEN.


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Si te interesó el tema, puedes mirar a continuación algunas  ilustraciones interesantes haciendo clic aquí 


O mirar estos videos cortos que pueden ayudarte a ver con otros ojos la vida: #vidareal #noselfie



















[1] Fundéu BBVA (1 de octubre de 2014). «selfi, adaptación al español de selfie». Consultado el 18 de marzo de 2018. «La grafía selfi, plural selfis, es una adaptación adecuada al español de la forma inglesa selfie, término empleado para referirse a las fotografías que uno toma de sí mismo, solo o en compañía de otros, en general con teléfonos móviles, tabletas o cámaras web».

Referencias:



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